FARO


Y había la isla, y sus habitantes,
el mar y las olas y las rocas.
Naturaleza muerta,
naturaleza viva
y el faro y su destello
giratorio. Intermitente
y precario equilibrio
entre la luz y la sombra.
Alto y espigado,
casi perfecto,
el faro,
se inclinaba reverencial
ante su imagen
en el mar revuelto,
y las olas, pérfidas
y casi perfectas (también),
se postraban a sus pies
y revolvían el reflejo.
Así el faro
renunciaba a su imperfección,
casi perfecto él.

Torcido,
hoy se erige solo
en este desierto marítimo.

No queda ni el mar.

Comentaris

Anònim ha dit…
El Faro de Mazatlán fue el más alto.dicen.
escribiente ha dit…
El amor, consumado o no, compartido o no, solo en el amante tiene sentido, si no se trasforma en un sinsentido aislado en un universo vacío y que recorrerá con pánico y en silencio.

Me gusta el poema y la imagen que evoca.