FARO
Y había la isla, y sus habitantes,
el mar y las olas y las rocas.
Naturaleza muerta,
naturaleza viva
y el faro y su destello
giratorio. Intermitente
y precario equilibrio
entre la luz y la sombra.
Alto y espigado,
casi perfecto,
el faro,
se inclinaba reverencial
ante su imagen
en el mar revuelto,
y las olas, pérfidas
y casi perfectas (también),
se postraban a sus pies
y revolvían el reflejo.
Así el faro
renunciaba a su imperfección,
casi perfecto él.
Torcido,
hoy se erige solo
en este desierto marítimo.
No queda ni el mar.
Comentaris
Me gusta el poema y la imagen que evoca.