Singer






Con falda, calcetines blancos y zapatos azules,
yo, en el suelo, con papeles y muñecas y piezas,
algunas viejas, de plástico, de madera,
sobre las baldosas, cuadradas y pequeñas,
y sus grietas y remiendos y dibujos antiguos.
Tus pies en zapatillas sobre el metal,
bajo la mesa, tracatracatracatá.

Golpeo las piezas, golpeo el suelo,
y tú, ¿qué haces?, lo romperás.
Me levanto y el misterio de la aguja,
bajo la luz de la bombilla, sube y baja,
tracatracatracatá, baja y sube y el hilo
pasa y se queda y vuelve. Se para
con tus pies, dices, y vuelvo abajo,
a la rueda de metal, su cuerda,
tus zapatillas y los caprichos de la forja
tracatracatracatá.

Dibujo garabatos y te digo que no entiendo,
tú no puedes explicar, tampoco entiendes,
el hilo pasa, la aguja también y solo él
se queda ahí y sigue con ella. No lo piensas,
dices, solo coses, desde que tenías mi edad,
antes de llevar gafas y de las arrugas.

Con tus palabras algo pasa en mis ojos,
y no entiendo qué pasa en mi estómago,
tampoco el peso en los pies. Pero ahora sé,
fueron la tristeza y el vértigo, su primera vez
en mí, cuando aún no tenían nombre.


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