Redención


Afuera alguien pía en la noche. Posiblemente vaya vestido con plumas marrones y vulgares. Posiblemente sea más de uno. Solo de noche y en la primavera. Olvido los nombres corrientes porque en lugar de llevar plumas podrían aullar.

Afuera cae algo líquido y resuena algo parecido a un trueno. Esta noche nada tiene que ver con nada. Ni la letra con lo que escribo, solo la melodía y el título que los animales rugen bajo una luna nublada. Y se redimen en sus voces como esta masa informe que se parece a dos cuerpos que son solo uno, y podría repetir hay un solo cuerpo, pero alguien se alzaría de la tumba y se daría con un canto en los dientes al descubrir que somos dos cuerpos envarados, como agua. Y tan densos el uno contra el otro que no hay elemento en la tabla periódica donde meternos.

Afuera alguien parece hablar y somos nosotros bien adentro, por encima de lo más importante, que descubrimos que todo tiene que ver con todo cuando las manos aprietan los huesos para hacer agujeros y sentirnos un poco más dueños del otro, y por ende de nosotros mismos. Cuando los dientes aprisionan las superficies y arrastran sin piedad lo que llevamos de muerte encima de la piel, como si pudieran escarbar el alma, abrimos los ojos y sentimos que afuera alguien ladra. Conjugamos presión y pasión, solo buscamos huesos, pelo y cartílago, aquello de nosotros que perdurará bajo la tierra.

Afuera es adentro, es profundidad de todas las tradiciones que quieres coleccionar. Sabio. Afuera es adentro cuando olvidamos los elementos y atravesamos los sueños que son mentira y recuerdo, cuando articulas la pregunta certera. La respuesta es rugosa, como la boca que muere conmigo al saber.

Afuera es cerca y lejos, probar la felicidad como un traje a medida en perpetua confección: el sastre solo nos permite ponérnosla cada vez que tiene que retocar las costuras. Afuera es cerca y lejos, probar en los labios la ceniza cruda, gris y roja, dulce y amarga. Sin edulcorantes ni anestesia. Nos sobran el azúcar rosa, las pastillas y los credos.

Afuera, afuera los brazos y los labios. Y entre ellos y la tensión, se redimen el cansancio y las espaldas, las almas con sus espadas. Afuera y adentro y entre ellos alguien pía, aúlla, ruge, se retuerce al probar vida y muerte rugosas, blandas y dulces como la madera y la corteza en la lengua, como la belleza sin cirugía. Redención en ti. En mí.

Afuera, afuera los labios y los brazos. Afuera es cerca y lejos. Adentro.


Judit Ortiz, Vendidos, 2012.





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