Soñadores de aire y agua



Deep sea diver with an umbrella
1949

Se me ocurre que los antónimos
rozan tanto los bordes del mundo,
chocan tanto con las aristas
de las palabras y las letras,
que llegan a ser sinónimos
y conviven como el día y la noche,

porque los primeros sin los segundos
serían un lugar sin tiempo ni mesura,

y me viene a la cabeza que astronauta
es la antítesis de buzo, que un cohete
que desciende para morir en el mar
chocará con su contrario, un submarino,
y que en el mar, ese mar, donde mueren
las naves junto a las boyas amarillas,
hay tanto amor como dolor,
porque, amor mío, te equivocaste,

el antónimo de amor

no es odio

—los diccionarios y tu boca mienten—,

sino dolor,

el mismo que se puede
doblar como una sábana de agua
salada y guardar en el faro; 
su contrario
es el dolor, el mismo dolor
que sin doblar se expande,
y choca contra el faro,
las naves,
el búnquer,

contra el mundo entero,

y ahoga al astronauta

y estrangula al buzo.



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