Neurotransmisión


El insomnio intermitente se balancea lento
y es silencio, es cerebro despierto. Sin ruedas
ni asfalto de fondo, los faros duermen, las farolas
crecen. Y aquí, en la sábana cojín, sólo un ruido,
el pensamiento, tan cerca, tan encima,
y sus neuronas y las chispas de las conexiones
sinápticas, la química viva, y el sentimiento
metido en una molécula de serotonina, y otra
de dopamina, precipitadas en el espacio finito,
espacio abismo infinitesimal habido entre los pies
de cada neurona. Ecos en los surcos, ecos parietales;
el cuerpo calloso y el cráneo, caja acústica perfecta,
esfera conductora del impulso y la potencia.
Electricidad y velocidad en la memoria
y su laberinto. Los ojos hacia dentro contemplan
el resplandor y el destello de la intimidad
del no sueño, hoy no sueño, hoy descargo
caminos, barro aceras, limpio
ciudades y esperanzas, bautizo
con nombres extraños los viajes
sin avión, hoy no duermo, hago
listas de la basura, me como
los días amargos e invento calendarios,
nuevos veranos, toco
las horas, fundo llantos, aprieto
los dientes y contemplo los restos
de esas mis otras vidas, como imperio
devastado, como un vestido nuevo envejecido
en el armario, hoy no sueño, me inclino
ante los ángeles que callan y pregunto
y mi grito es silencio, es pensamiento
y balanceo del insomnio entre los espacios
abismos infinitesimales contenidos
en este mi cuerpo.


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