Dicen que alondra de noche



Llueve luz pequeña, motas
vulgares en nuestros ojos,
diminutos los iris y nuestras
almas mientras la alondra
hoy no canta, ruge,
estalla. Negra espesura
bajo la luna. Alondra.

Llora sangre la alondra
vulgar
ella y la sangre, roja, la pluma
vistosa y marrón, pequeña
alondra.

Llueve transparencia
bajo la luna, y ella
y el fango, vulgar, extenso,
se retuercen en la noche,
bajo la sangre diluida, y sobre ella.

Ni la corteza ni las ramas,
en el suelo, nidos
marrones, vulgares.

Llora sangre la alondra,
y, mientras, la estrella
se decanta, cae
en agujeros negros,
los precipicios
allá en el cielo.



Se asoma el sol a nuestros ojos
diminutos, tímido, con la niebla
y la alondra mancha el aire

—lágrima y rojo—,

se decanta, cae, calla
para dormir ahora, de día,
en la mañana, cuando siempre
dicen que alondra de noche
sueña.



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