De caza
Dibujar los nombres en el aire
—con la punta del dedo—
o grabarlos en la corteza de un árbol
o mover los labios para simular sus voces
con el único fin de sellar la letras con magia,
atrapar lo propio de cada nombre
en una trampa, en una caja de arena,
apoyar la oreja en la tapa y escuchar
los ecos susurros
hasta
caer
morir.
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Un beso
Luis