Capítulo de invierno


El sol muere en oblicuo
y nace de lado. No toca igual
esta casa, de refilón en las paredes,
en las grietas. No amanece
entero y se encarama en las nubes,
se viste de blanco, me acaricia
inclinado. Me hace hija del frío,
hiere las pupilas, este sol
mortecino, sin fuerza,
es oblicuo, y sesgada
mi mirada, verde gris
el jardín, y negras las manos.



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