Perdidos


Ahora me atrevo a pasar página
a página los días de esta agenda
hacia atrás, y a cámara lenta
y entre el frío y el vaho
se suceden el paisaje y las casas,
las antenas de la ciudad al amanecer,
las luces que prefiero en la noche,
el calor frío de las primaveras, los semáforos
que se cuelan en todas partes.

Entonces veo el coche y los faros,
son el cuarto de los juegos,
de las adivinanzas tontas,
las risas y las preguntas
cuando vemos que nos perdemos,
que nos hemos perdido,
de verdad, en el bosque y en esta carretera
caracol y no hemos dejado migas;
no reconocemos los nombres,
en la noche, y aparecen pueblos
y pueblos, lejos, lejos
de los puertos.

Y recito el poema del banco y el caracol y la caracola
porque todos están escritos en esta agenda,
y añado las excursiones a ninguna parte cuando
todos duermen.

Cuando todos duermen, y dormían
hicimos un inventario de pequeños
movimientos y casualidades
entre tú y mis manos,
bajo el cielo y sobre las piedras.

Cierro la agenda, me siento en el jardín
y te espero en los rincones del invierno.



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CARACOLa

He visitado el banco,
y en lugar de dinero
he hallado nuestro rastro.
De baba.
En cada barra
de madera.
Ni el otoño ha borrado
la espiral y su imprenta
en los soportales.
Día. Octubre.
Nube, de lluvia.
Él, disfrazado de primavera.

He visitado el banco,
y nuestra ausencia
eran dos huecos
de huesos sin sombra
y con saliva.
Huellas. Lentas.
Como el caracol.
Como la caracola.

per Judit Ortiz el diumenge, 10 / octubre / 2010 ·

Comentaris

escribiente ha dit…
Soledad y vacío
Un poema hermoso pero triste

Un beso
Luis
Judit Ortiz ha dit…
Era (es) un poema de reflexión, pero, ¡ops! una vez escrito, tendrá mil lecturas. Gracias por pasarte, Luis!