πόνος (ponos)


Me da por pensar que el dolor
es una simpleza, una tensión interior
en una víscera, hueso o tendón,
un tirón interior en el músculo,
tensión y presión que van a morir
en la laguna de la piel, en lo más hondo
del pensamiento.
Y que el dolor nos recuerda que estamos
aquí; no por placer es dolor, simplemente
es.

Se clava, agujerea, penetra, ahonda, entra
y ataca. Rodilla, pierna, brazo, codo, cabeza,
estómago, y si le dejas rienda suelta
es el amo y señor de este cuerpo tuyo.
Ni morfina, ni sedantes,
él es,
delante o detrás de los fármacos,
su presencia te recuerda

tus límites:

hasta dónde llega tu piel, hasta dónde los otros
cuerpos, hasta dónde podrás andar y cuándo deberás
parar.

Y querer descansar, reposar, relajar y no sentir
nada
es imposible. Dolor y vida se enmarañan
en una trenza muy compleja,
demasiado densa para frivolizar
con los enredos.

Solo al morir, dormir,
pero entonces ya no sabes nada,
y tu cuerpo tampoco.


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