Amor al uso



Ya le perdonarás la cara de perro al amanecer y el remolino de este nervio, pero le falta la costumbre de.

De elevar la conciencia hasta el país de los vivos y despertar con una sonrisa y su principio.

Algunas noches se cubren de sombras largas y frías, son cuchillos que desfilan por encima de antiguas cicatrices; después, bajo el mismo sol que le desvela y obliga, viejas canciones, como esta, reabren los túneles del dolor.

Se derrite este gesto y no es el verano. Se funden sus recorridos y piensa que le faltan sus hábitos. Le falta la costumbre de.

De este gesto y la voz cálida. De esta presencia y su palabra. Algunas mañanas no sabe conjugar el amor, entonces el sol es enemigo y enmudece: un te quiero le muere en la boca.

Porque en estas auroras que arrastran largas sombras, regresa de las bóvedas oscuras y lleva el hábito de la soledad; no sabe vestirse con caricias hasta los pies. Le falta la costumbre del amor. En estas horas de infancia forzada.



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