Sobras


Hoy, como hace días, me sobra tanto café que se derrama negro, oscuro, entre uñas y piel, baja por las piernas y mancha las baldosas. Café bajo los pies. Café por doquier. Las sobras en grano, en polvo y agua.

Ando con el sueño pegado a las pestañas, el sueño de esta noche en que alguien me decía que todos los amores se alimentan de las ausencias, sean cuales sean. Y a mí me sobra tanto café, tanto hueco, que ya fue poema, verso y verbo en tu boca.

Ausencia, hueco y deseo se conjugan en primera y segunda persona para decir que este aliento, en esta partitura en clave de sol, no es real, es distancia, es cerca y tan lejos al mismo tiempo. Y tropiezo descalza con un montón de notas; son las sobras que me agacho a recoger, son granos negros, huecos oscuros que imitan a la perfección la proximidad, esa intimidad del silencio entre las bocas, donde desemboca el beso.

Y es ilusión, espejismo, esta ausencia que deviene en todo, que se desprende por las paredes, de negro, como café hirviendo. Y quema tanto en los párpados cerrados que siento morir como cuando muero en ti.


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